LA FRONDOSA felina del reverendísimo monseñor fray José Antonio de la Huerta y Caso se llamaba Luzbella y era una privilegiada. Habituales consideraciones recibía en el palacio episcopal, además del desmesurado cariño de su eminencia: un docto en teología que
LA GATA INGRATA DE MONSEÑOR DE LA HUERTA
