Jorge Eduardo Arellano

I
EN LEÓN Viejo tuvo lugar, poco después del 20 de agosto de 1528, el primer matrimonio documentado de nuestra historia. En esa fecha, el obispo y protector de indios Diego Álvarez Osorio ordenó a Pedro Barroso y Hernando Hurtado, teniente el primero y alcalde el segundo de la ciudad de Granada, que trajesen a la india libre Elena y la pusiesen en deposyto de una buena persona hasta tanto se vele y case como manda nuestra santa madre Iglesia. Su prometido era el español Juan Lozano, vecino de Granada e hija del indio rico don Cristóbal de Mena, natural de Chiangalpa, de la plaza y provincia de Managua. Certificó este enlace el escribano público Johan de Rihuera. De no cumplir con la orden de Álvarez Osorio, Barroso y Hurtado hubieran pagado a la cámara y fisco de Su Majestad cincuenta mil maravedises de multa.
II
EN CUANTO al primer sodomita (o gay en lenguaje de nuestros días) fue otro español. En León Viejo mantenía relación carnal con el licenciado Francisco Castañeda, alcalde mayor y adversario político del gobernador Pedrarias Dávila. Caballero era uno de los fundadores de la ciudad. Entre su casa y la de Castañeda había un postigo y puerta de comunicación. Él había atestiguado contra Pedrarias y entraba y salía de la casa de Castañeda cuando no estaba su mujer doña Ana, quien se iba a su encomienda. Por eso Castañeda se lo llevó a vivir junto a su casa. Comieron y bebieron juntos durante dos años, al cabo de los cuales se cumplió la sentencia del alcalde Diego de Tapia ––un expedrarista y también fundador de la ciudad–– que Castañeda, ya gobernador interino, había retardado su ejecución: quemado vivo en 1536, y en la Plaza Mayor, a causa del maculado pecado nefando contra natura.
III
¿Y LA primera bígama? Respondía al nombre de Catalina de Rivadeneira ––mujer de Antonio Talavera–– que folgaba con un Quiñonez. La Rivadeneira aducía haber sido casada de antes, y que era nulo su matrimonio con Talavera, quien de corrido dejó la tierra, pese a que deseaba seguir haciendo vida maridable con Catalina y juró solemnemente que ya no iba a maltratarla, pues de lo contrario (si le diere herida o cuchillada e le matare) incurría en una pena de dos mil pesos de oro por la cámara o fisco de Su Magestad. En el juicio por la bigamia, Catalina se defendió detallando que su primer marido, el escribano de Sevilla Francisco Despíndola, se había ido a Génova y que en ausencia de este se embarcó a América. La sentencia ordenó que volviese a su primer marido dando inválido el segundo matrimonio; y prohibió a Quiñonez que se acercase a ella so pena de muerte e de perdimento de bienes. La presunta bígama fue recluida, a buen recaudo, en casa del alcalde Luis de Mercado. Además, le requisaron sus pertenencias: un cofre y una caja que contenía su elegante vestuario, debidamente inventariado durante el juicio. Resultó también que no se llamaba Catalina de Rivadeneira, sino Catalina de Aguilar.

PRIMERA BODA, PRIMER GAY Y PRIMERA BÍGAMA EN LA HISTORIA DE NICARAGUA
error: Content is protected !!